Calidad de Vida
¿De qué hablamos cuando hablamos de calidad de vida?
En las últimas décadas nos hemos familiarizado con el uso del término “calidad de vida” utilizado por políticos, economistas, médicos, psicólogos, educadores, sociólogos, publicistas y periodistas, entre otros.
Pero, ¿todos se refieren a lo mismo?, y a la calidad de vida ¿de quién?
La calidad de vida de un niño acá en nuestro país será igual a la de un niño de otra parte del mundo? Además, la calidad de vida de un niño depende de lo mismo que la de un adulto?
En la antigüedad se la asociaba con cuidado de la salud personal, luego se centró en la preocupación por la salud e higiene públicas, extendiéndose posteriormente a los derechos humanos, laborales y ciudadanos, e incluyendo sucesivamente la capacidad de acceso a los bienes económicos y, finalmente, la preocupación por la experiencia del individuo, de su vida social, de su actividad cotidiana y de su propia salud.
En este contexto el foco de lo que se mide ha evolucionado desde las “condiciones de vida” hasta la percepción y valoración de estas condiciones. La adaptación a las diferentes situaciones que nos toca vivir nos va llevando a cambios en cómo uno valora como está. Esta característica humana nos la recuerda Lewis Carroll en su famoso libro Alicia en el país de las maravillas: “Sabía quién era cuándo me levanté en la mañana, pero desde entonces he cambiado muchas veces”.
Esto es importante también desde el punto de vista de la atención de personas que padecen una enfermedad. Aquí son importantes la adaptación que cada persona tiene a la enfermedad y los mecanismos que tiene para afrontarla, así como los patrones en relación a los cuales la persona se compara. La calidad de vida resultante dependería de la medida en que las expectativas y percepción de la situación actual no fuese tan desproporcionada.
Entonces cuando hablamos de la calidad de vida relacionada con la salud, ¿a qué nos referimos?
Si bien no existe acuerdo acerca de la definición del concepto de CVRS, la mayoría de los autores coinciden en que es un concepto subjetivo (que depende de cada persona) y multidimensional (que involucra muchos aspectos de la vida de una persona), por lo tanto, consideran que la salud no implica sólo la ausencia de enfermedad, sino que también se asocia a otros factores..
La Organización Mundial de la Salud dice que “es la percepción subjetiva del individuo, que se encuentra inmerso en un sistema de valores, creencias y costumbres, desde donde se proyectan de forma particular los objetivos, las expectativas y las preocupaciones”.
El concepto de salud en niños/as y adolescentes no sólo considera los
aspectos físicos, psicológicos y sociales, sino también la habilidad de realizar actividades apropiadas para su edad, como el juego o la escuela. Las dimensiones que generalmente se tienen en cuenta están relacionadas con su capacidad para realizar actividades diarias (movilidad y cuidado personal), las adquisiciones cognitivas (memoria, habilidad para concentrarse y aprender), las emociones (positivas y negativas), la percepción de sí mismo, las relaciones interpersonales (con los amigos y familiares) y con el medio que los rodea (cohesión familiar, apoyo social).
¿Cómo se puede medir?
La simple pregunta de “¿cómo se siente?” representa un medio informal de medir la calidad de vida. Sin embargo, también se puede valorar la calidad de vida con la ayuda de cuestionarios. Éstos abarcan temas muy diversos, que suelen incluir aspectos físicos y emocionales, el dolor y las actividades de la vida diaria.
Las respuestas a los cuestionarios sobre calidad de vida son útiles para que el personal de salud comprenda mejor cómo afecta una enfermedad o su tratamiento a la vida de un individuo e identifique las áreas que pueden mejorarse
Existen cuestionarios generales (llamados genéricos) que se pueden utilizar en la población general, independientemente del estado de salud-enfermedad, y específicos, en cambio, están dirigidos para una enfermedad en particular.
Otro aspecto diferencial en la población pediátrica se refiere a quién o quiénes contestan el cuestionario. Preguntar a padres y niños por separado tiene la ventaja de brindar una perspectiva más amplia (los padres pueden percibir problemas que los chicos no ven y viceversa). Estos reportes no son intercambiables, sino complementarios y ambos necesarios. Por otra parte, existen circunstancias donde no queda otra alternativa, como en el caso de niños muy pequeños o niños con trastornos cognitivos, donde se asume que los reportes de padres son la mejor opción. Existen cuestionarios para niños de hasta una edad de 5-6 años.
En conclusión, evaluar la calidad de vida de una persona, de un grupo de personas o de una población, nos ayudaría a conocer mejor sus necesidades y actuar acorde a ellas.
Fuente:
Grupo de Trabajo Calidad de Vida Relacionada con la Salud en los niños, adolescentes y sus cuidadores
Sociedad Argentina de Pediatría